Es ese puntito inocente el que tanto nos atrae. En los 50, 60 y 70 se anunciaban los relojes como productos tecnológicos que nos pueden ayudar a cumplir con puntualidad con nuestras citas. Se mostraban sin rubor sobre una superficie de mimbre o con un dibujo a lápiz relojes digitales capaces de pensar por si solos y símbolos de la elegancia del momento, que hoy sinceramente, nos producen algo de risa.
Y sin embargo, los adoramos. Otra joya publicitaria es esta de perlas Majorica que recomienda a la mujer de su tiempo que "...se distinga de las demás luciendo perlas en las veladas de las próximas verbenas... " ¿Tremendo, no? Lo que antes parecía normal, hoy nos parece una rareza muy atractiva.
Pero si no somos capaces de localizar una de esas antiguas piezas de deseo y vamos a comprar una joya o un reloj hoy, yo recomiendo mirar en los escaparates con un ojo crítico distinto al habitual. Debemos imaginarnos qué sentiremos dentro de 30 años cuando miremos esa joya, debemos pensar hoy lo que recordaremos entonces.
Con esos ojos, lograremos ver leyendas de hoy anunciando relojes, estrellas del cine de ahora que lucen orgullosas futuras joyas de museo o simplemente pendientes, collares o relojes que hoy sólo nos gustan pero que el día de mañana tendrán ese no-se-qué que les da la historia y el tiempo.
Este anuncio de Fernando Alonso y relojes Sandoz, es posible que ya te parezca un vejestorio (es del año 2007) dale tiempo y desearás haber tenido uno.
Quizás no sea este el consejo más original a la hora de comprar una joya, pero yo, por si las moscas, te lo repito: para comprar joyería o relojes, hay que tener un poco de perspectiva histórica, sólo eso.
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